lunes, 7 de octubre de 2013

Las Transformaciones Institucionales de Educación Superior


Transformaciones en la Educación Superior Ecuatoriana: Antecedentes y perspectivas futuras como consecuencias de la nueva constitución política


Resumen


En octubre de 2008, el Ecuador aprobó una nueva Carta Política. En ésta, entre otros tantos asuntos, se fijaron los nuevos lineamientos para el campo de la educación superior. Desde diversos puntos de vista puede decirse que estas nuevas coordenadas marcan un cambio normativo radical respecto al anterior marco jurídico y conllevan, por ende, importantes consecuencias prácticas para este ámbito de acción educativa. En particular, en lo que podría denominarse “recuperación de la dimensión pública de la Educación Superior”. El artículo describe por tanto las transformaciones producidas a nivel jurídico en la educación superior ecuatoriana, los puntos de ruptura con el anterior esquema legal y sus derivaciones para el esfuerzo que se plantea en un futuro más que inmediato- de elaboración de una nueva ley orgánica para el sector. El artículo se organiza en dos grandes partes: la de los antecedentes y aquella que describe el proceso abierto a partir del 2008. En la primera parte, a su vez, se desarrollarán tres apartados: 1) proceso constituyente de 1998; (2) efectos sobre la institucionalidad del sistema de educación superior; e (3) incidencia práctica del contexto jurídico e institucional en relación a los centros de educación superior. En la segunda parte se proponen dos secciones: (4) la nueva Constitución de 2008 y sus implicancias para la educación superior; y (5) principales mudanzas involucradas en el proyecto de ley orgánica para la educación superior. Finalmente, se plantean las conclusiones del artículo (6).
Poder, Políticas y cambio Institucional en la Educación Superior Latinoamericana

La agenda de la nueva generación de reformas universitarias en América Latina que se ha perfilado con la primera «ola de globalización» es producto de la combinación entre relaciones de poder, políticas públicas y cambios institucionales. Agencias gubernamentales y dirigentes universitarios, autoridades públicas y autoridades universitarias, configuraron, en base a la experiencia de los años noventa, un conjunto de arenas de política y de políticas en las que se "tematizan" los asuntos que requieren ser incluidos como parte de la nueva agenda de transformaciones. Si en la década de los noventa, evaluación calidad diversificación, eficiencia, competitividad, se convirtieron en las cuestiones críticas de la agenda, lo que hoy tenemos son preocupaciones en torno a temas como "profundización" de la diferenciación institucional, "internacionalización" de la educación universitaria, "acortamiento" de los ciclos del pregrado, "descentralización" de la gestión institucional. La revolución silenciosa de la educación superior en los años noventa, centrada en la «estratificación», el «financiamiento estable y adecuado», la «competencia», la «flexibilidad» y la vinculación con otros sectores, (Schwartzman, 2000), propició un nuevo escenario para la educación universitaria de la región, donde las rutas de transformaciones sistemáticas e institucionales y los cambios de las políticas y en los paradigmas de políticas, pueden ser vistas no como productos de una relación virtuosa entre intenciones y resultados, diseñados desde las agencias gubernamentales u organismos financieros internacionales, sino como un producto de las relaciones de poder entre los distintos actores de la educación universitaria, cuya configuración en determinadas arenas y campos específicos se expresa en el campo de las políticas públicas. La construcción de un nuevo «modelo» de universidad más acorde con las exigencias de la globalización, o la reforma del sistema de educación superior en su conjunto, no es una cuestión de planificación estratégica, de un «buen» diseño institucional de sus transformaciones, o de nobles intenciones y voluntad política, sino que es una cuestión de poder entendida como la capacidad de emprender acciones por parte de redes políticas y de políticas en el campo de la educación superior, que implica estudiar la "traducción" de cómo el poder se convierte de una relación a una acción colectiva conjunta. (Parsons, 1997).1 

Crecimiento y diferenciación de la educación superior
Tal vez el hecho más significativo de las nuevas tensiones y exigencias que la globalización ha traído consigo en términos de la educación superior es el renovado interés de los gobiernos nacionales y las agencias internacionales en torno a la importancia y utilidad de la formación de las elites científicas, intelectuales y profesionales en la «sociedad mundial». Políticas públicas de crecimiento y diferenciación de los sistemas, asociados a diversos instrumentos de financiamiento con recursos públicos, basados en equemas de evaluación y acreditación de la calidad y la excelencia, han aparecido en la última década en casi todos los países de América Latina. Además, organismos internacionales como la OCDE (1997), el Banco Mundial (1994, 2000) y la Unesco (1995, 1998) han sugerido en los últimos años una revaloración de la importancia de la educación superior para el desarrollo económico y social de los países, luego del intenso periodo de ajuste y reestructuración de las economías de la región, y de los procesos transicionales que en la esfera política llevaron a muchos países del autoritarismo a la democracia.
Diferenciación institucional
En el mismo periodo, se observa una diferenciación muy importante de los establecimientos educativos del sector, tanto en la dimensión de la adscripción en el control de los establecimientos (público/privado), como en lo que se refiere a la complejidad de los mismos (unifuncionales/plurifuncionales). En la primera dimensión, es posible advertir que a las «viejas» tendencias del crecimiento del sector privado en la educación superior observadas desde la década de los sesenta, (Levy, 1995) se sumaron en los años ochenta la diversificación del sector público y del propio sector privado. Ello llevó a que en la década de los noventa los sistemas nacionales de educación superior alcanzaran diversos grados de complejidad institucional en los distintos países. Así, en casos como el de Argentina, aunque el sector público conserva su enorme primacía en la matrícula total del nivel (poco menos del 80% de los estudiantes de educación superior pertenecen a alguna institución pública), el sector privado atiende a estudiantes de la elite económica y política argentina (Krotsch, 1997); en Brasil, el sector privado muestra un incremento espectacular en relación con la población escolar e instituciones, pues para 1990 este atiende a más del 60% del total (Ibid.); en Colombia, el sector privado está compuesto por 156 establecimientos frente a 69 instituciones públicas, que absorben a casi el 70% de la matrícula; (Lucio y Serrano, 1993) en el caso de Chile, se observa un aumento espectacular en el número de instituciones) pero tal incremento es dominado casi exclusivamente por el incremento de instituciones privadas (se crean 268 instituciones en sólo una década); (Cox, 1993) en México, aunque el número total de instituciones privadas aumenta espectacularmente entre 1981 y 1994 (de 112 a 248), su participación en la matrícula total del nivel no rebasa el 30% del mismo. (Acosta, 1995)

Revolución de los paradigmas de conocimiento
Otro conjunto de desafíos para las universidades latinoamericanas tiene que ver con la rápida sustitución de los paradigmas del conocimiento científico y técnico. La «ciencia normal» de la que hablaba Kuhn tiene ciclos cada vez más cortos de duración, dada la expansión geométrica del saber a través de la investigación que se desarrolla dentro y fuera de las universidades tradicionales, públicas y privadas.
La novedad de esta dinámica de amplicación de las fronteras del saber y de sus aplicaciones técnicas radica en que tiende a situarse por «fuera» de las universidades. Aún cuando todavía la mayor parte de las investigaciones en todos los campos de la ciencia se realizan en las universidades, los descubrimientos de «punta» se producen en los espacios de vinculación entre las empresas y centros especializados de investigación en campos específicos de la ciencia y la tecnología. Las actividades de research & development (R&D) ocupan un lugar central en las estrategias de competitividad de las industrias en red de finales del siglo XX, y una fuente importante de financiamiento para la investigación tecnológica y científica de muchas universidades en el mundo. Los Laboratorios Bell, por ejemplo, el brazo científico de la empresa norteamericana Lucent Technologies (antes parte de AT&T), tiene una planta permanente de 4 mil científicos, es decir, dos terceras partes del total de investigadores incorporados al Sistema Nacional de Investigadores de México. Toda la comunicación digital mundial por líneas telefónicas, fibras ópticas y los procesadores de las computadoras personales y de su memoria descansan sobre los fundamentos matemáticos que se establecieron en los Bell Labs hace 58 años
Educación superior y nueva complejidad social
En el campo de la educación superior, la nueva «complejidad social» se manifiesta principalmente en una reestructuración acelerada del mercado laboral, en la expansión y diversificación de la demanda educativa, y en la diferenciación de la estructura del propio sistema de educación superior.
La relación entre oferta de profesionistas y mercado laboral es quizá el lado oscuro y dramático de los efectos de esa nueva complejidad en la educación superior. De un lado, una reestructuración radical del perfil de los puestos de trabajo, que se manifiesta en una segementación entre sectores «modernos» y «tradicionales», entre sectores de «punta» y «atrasados», con requerimientos técnicos y habilidades diversos y cambiantes presiona a las universidades para producir técnicos y profesionistas de calidad, flexibles y «polivalentes». Las nuevas tecnologías empleadas en el mundo de la producción exigen mano de obra altamente calificada y «reciclable» en términos de su capacidad de aprendizaje. Pero esa exigencia no sólo ocurre en el campo de la industria o en áreas de frontera de la medicina o la biotecnología, sino que se traslada rápidamente también a casi todos los campos de los servicios, donde el impacto de la computación y el procesamiento electrónico de la información está cambiando rápidamente el perfil de los empleos tradicionales.5  En estas circunstancias, en los últimos años asistimos a un gigantesco proceso de «reconversión silenciosa» en el mercado laboral, una reconversión particularmente aguda y de efectos perversos en las economías de los países en desarrollo.
Cambios en los paradigmas de políticas
Uno de los indicadores más claros de la globalización en la educación superior en América Latina y el Caribe es el cambio en los paradigmas de las políticas públicas de educación superior. El viejo paradigma desarrollista, en el cual el financiamiento incremental y la autonomía universitaria fueron los ejes de una intervención discreta del Estado en el crecimiento y desarrollo del sistema de educación superior, fue sustituido a lo largo de los años noventa por un paradigma modernizador, donde la evaluación del desempeño, la búsqueda de la calidad y la diferenciación forman parte de un financiamiento público que combina modalidades incrementistas con extraordinarias y selectivas. (Acosta, 1998) En aquél, las universidades crecieron en varios casos (México, Argentina, Colombia) por la vía de la demanda, mientras que en otras (Chile en la época dictatorial, Brasil en la transición autoritarismo-democracia), bajo la conducción de políticas gubernamentales explícitas. Dentro del paradigma modernizador, en la época de las reformas neoliberales en la economía y el comercio, el Estado adquiere paradójicamente, una centralidad indiscutible en las reformas de las políticas de educación superior, impulsando cambios en las fórmulas del financiamiento público, en los procesos de diferenciación de individuos e instituciones, y en la apertura de nuevas opciones públicas y privadas de estudios superiores.
Conclusiones: dos desafíos
En suma, los desafíos de la educación superior en la dinámica de la globalización en América Latina son, por supuesto, complejos y difíciles de interpretar. De un lado, ante la sobrecarga de demandas y expectativas de los gobiernos y las sociedades, y en un contexto de escasez de recursos y políticas débiles o cambiantes, a las instituciones públicas de educación superior se les exige responder con pertinencia, calidad y equidad. Por otro lado, ante la lógica perversa de inercias, simulaciones y rutinas burocráticas que caracterizan grandes zonas de los ambientes institucionales universitarios, tienen que producir, en contextos de libertad académica y uso escrupuloso de los recursos públicos, profesionistas, técnicos y científicos, estudios e investigaciones, que permitan el fortalecimiento de las capacidades locales para entender los misterios y desafíos de una globalización que es, al parecer , irreversible. Ello es parte de un largo proceso de aprendizaje social que debería empezar, en primerísimo lugar, en esas ciudades del intelecto que son, o representan, las propias universidades.
  
 

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