Transformaciones en la Educación Superior Ecuatoriana: Antecedentes y perspectivas futuras como consecuencias de la nueva constitución política
Resumen
En octubre de 2008, el Ecuador aprobó una nueva Carta Política. En ésta, entre otros tantos asuntos, se fijaron los nuevos lineamientos para el campo de la educación superior.
Desde diversos puntos de vista puede decirse que estas nuevas
coordenadas marcan un cambio normativo radical respecto al anterior
marco jurídico y conllevan, por ende, importantes consecuencias prácticas para este ámbito de acción educativa. En particular, en lo que podría denominarse “recuperación de la dimensión pública de la Educación Superior”. El artículo describe por tanto las transformaciones producidas a nivel jurídico en la educación superior ecuatoriana,
los puntos de ruptura con el anterior esquema legal y sus derivaciones
para el esfuerzo que se plantea en un futuro más que inmediato- de elaboración de una nueva ley orgánica para el sector. El artículo se organiza en dos grandes partes: la de los antecedentes y aquella que describe el proceso abierto a partir del 2008. En la primera parte, a su vez, se desarrollarán tres apartados: 1) proceso constituyente de 1998; (2) efectos sobre la institucionalidad del sistema de educación superior; e (3) incidencia práctica del contexto jurídico e institucional en relación a los centros de educación superior. En la segunda parte se proponen dos secciones: (4) la nueva Constitución de 2008 y sus implicancias para la educación superior; y (5) principales mudanzas involucradas en el proyecto de ley orgánica para la educación superior. Finalmente, se plantean las conclusiones del artículo (6).
Poder, Políticas y cambio Institucional en la Educación Superior
Latinoamericana
La agenda de la nueva generación de reformas
universitarias en América Latina que se ha perfilado con la primera «ola de
globalización» es producto de la combinación entre relaciones de poder,
políticas públicas y cambios institucionales. Agencias gubernamentales y
dirigentes universitarios, autoridades públicas y autoridades universitarias,
configuraron, en base a la experiencia de los años noventa, un conjunto de
arenas de política y de políticas en las que se "tematizan" los
asuntos que requieren ser incluidos como parte de la nueva agenda de
transformaciones. Si en la década de los noventa, evaluación calidad
diversificación, eficiencia, competitividad, se convirtieron en las cuestiones
críticas de la agenda, lo que hoy tenemos son preocupaciones en torno a temas
como "profundización" de la diferenciación institucional,
"internacionalización" de la educación universitaria,
"acortamiento" de los ciclos del pregrado,
"descentralización" de la gestión institucional. La revolución
silenciosa de la educación superior en los años noventa, centrada en la
«estratificación», el «financiamiento estable y adecuado», la
«competencia», la «flexibilidad» y la vinculación con otros sectores, (Schwartzman,
2000), propició un nuevo escenario para la educación universitaria de la
región, donde las rutas de transformaciones sistemáticas e institucionales y
los cambios de las políticas y en los paradigmas de políticas, pueden ser
vistas no como productos de una relación virtuosa entre intenciones y
resultados, diseñados desde las agencias gubernamentales u organismos
financieros internacionales, sino como un producto de las relaciones de poder
entre los distintos actores de la educación universitaria, cuya configuración
en determinadas arenas y campos específicos se expresa en el campo de las
políticas públicas. La construcción de un nuevo «modelo» de universidad
más acorde con las exigencias de la globalización, o la reforma del sistema de
educación superior en su conjunto, no es una cuestión de planificación
estratégica, de un «buen» diseño institucional de sus transformaciones, o de
nobles intenciones y voluntad política, sino que es una cuestión de poder
entendida como la capacidad de emprender acciones por parte de redes políticas
y de políticas en el campo de la educación superior, que implica estudiar la
"traducción" de cómo el poder se convierte de una relación a una
acción colectiva conjunta. (Parsons, 1997).1
Crecimiento y diferenciación de la educación superior
Tal vez el hecho más significativo de las nuevas tensiones y
exigencias que la globalización ha traído consigo en términos de la
educación superior es el renovado interés de los gobiernos nacionales y las
agencias internacionales en torno a la importancia y utilidad de la formación
de las elites científicas, intelectuales y profesionales en la «sociedad
mundial». Políticas públicas de crecimiento y diferenciación de los
sistemas, asociados a diversos instrumentos de financiamiento con recursos
públicos, basados en equemas de evaluación y acreditación de la calidad y la
excelencia, han aparecido en la última década en casi todos los países de
América Latina. Además, organismos internacionales como la OCDE (1997), el
Banco Mundial (1994, 2000) y la Unesco (1995, 1998) han sugerido en los últimos
años una revaloración de la importancia de la educación superior para el
desarrollo económico y social de los países, luego del intenso periodo de
ajuste y reestructuración de las economías de la región, y de los procesos
transicionales que en la esfera política llevaron a muchos países del
autoritarismo a la democracia.
Diferenciación institucional
En el mismo periodo, se observa una diferenciación muy
importante de los establecimientos educativos del sector, tanto en la dimensión
de la adscripción en el control de los establecimientos (público/privado),
como en lo que se refiere a la complejidad de los mismos (unifuncionales/plurifuncionales).
En la primera dimensión, es posible advertir que a las «viejas» tendencias
del crecimiento del sector privado en la educación superior observadas desde la
década de los sesenta, (Levy, 1995) se sumaron en los años ochenta la
diversificación del sector público y del propio sector privado. Ello llevó a
que en la década de los noventa los sistemas nacionales de educación superior
alcanzaran diversos grados de complejidad institucional en los distintos
países. Así, en casos como el de Argentina, aunque el sector público conserva
su enorme primacía en la matrícula total del nivel (poco menos del 80% de los
estudiantes de educación superior pertenecen a alguna institución pública),
el sector privado atiende a estudiantes de la elite económica y política
argentina (Krotsch, 1997); en Brasil, el sector privado muestra un incremento
espectacular en relación con la población escolar e instituciones, pues para
1990 este atiende a más del 60% del total (Ibid.); en Colombia, el sector
privado está compuesto por 156 establecimientos frente a 69 instituciones
públicas, que absorben a casi el 70% de la matrícula; (Lucio y Serrano, 1993)
en el caso de Chile, se observa un aumento espectacular en el número de
instituciones) pero tal incremento es dominado casi exclusivamente por el
incremento de instituciones privadas (se crean 268 instituciones en sólo una
década); (Cox, 1993) en México, aunque el número total de instituciones
privadas aumenta espectacularmente entre 1981 y 1994 (de 112 a 248), su
participación en la matrícula total del nivel no rebasa el 30% del mismo.
(Acosta, 1995)
Revolución de los paradigmas de conocimiento
Otro conjunto de desafíos para las universidades
latinoamericanas tiene que ver con la rápida sustitución de los paradigmas del
conocimiento científico y técnico. La «ciencia normal» de la que hablaba
Kuhn tiene ciclos cada vez más cortos de duración, dada la expansión
geométrica del saber a través de la investigación que se desarrolla dentro y
fuera de las universidades tradicionales, públicas y privadas.
La novedad de esta dinámica de amplicación de las fronteras
del saber y de sus aplicaciones técnicas radica en que tiende a situarse por
«fuera» de las universidades. Aún cuando todavía la mayor parte de las
investigaciones en todos los campos de la ciencia se realizan en las
universidades, los descubrimientos de «punta» se producen en los espacios de
vinculación entre las empresas y centros especializados de investigación en
campos específicos de la ciencia y la tecnología. Las actividades de research
& development (R&D) ocupan un lugar central en las estrategias de
competitividad de las industrias en red de finales del siglo XX, y una fuente
importante de financiamiento para la investigación tecnológica y científica
de muchas universidades en el mundo. Los Laboratorios Bell, por ejemplo, el
brazo científico de la empresa norteamericana Lucent Technologies (antes parte
de AT&T), tiene una planta permanente de 4 mil científicos, es
decir, dos terceras partes del total de investigadores incorporados al Sistema
Nacional de Investigadores de México. Toda la comunicación digital mundial por
líneas telefónicas, fibras ópticas y los procesadores de las computadoras
personales y de su memoria descansan sobre los fundamentos matemáticos que se
establecieron en los Bell Labs hace 58 años
Educación superior y nueva complejidad social
En el campo de la educación superior, la nueva «complejidad
social» se manifiesta principalmente en una reestructuración acelerada del
mercado laboral, en la expansión y diversificación de la demanda educativa, y
en la diferenciación de la estructura del propio sistema de educación
superior.
La relación entre oferta de profesionistas y mercado laboral
es quizá el lado oscuro y dramático de los efectos de esa nueva complejidad en
la educación superior. De un lado, una reestructuración radical del perfil de
los puestos de trabajo, que se manifiesta en una segementación entre sectores
«modernos» y «tradicionales», entre sectores de «punta» y «atrasados»,
con requerimientos técnicos y habilidades diversos y cambiantes presiona a las
universidades para producir técnicos y profesionistas de calidad, flexibles y
«polivalentes». Las nuevas tecnologías empleadas en el mundo de la
producción exigen mano de obra altamente calificada y «reciclable» en
términos de su capacidad de aprendizaje. Pero esa exigencia no sólo ocurre en
el campo de la industria o en áreas de frontera de la medicina o la
biotecnología, sino que se traslada rápidamente también a casi todos los
campos de los servicios, donde el impacto de la computación y el procesamiento
electrónico de la información está cambiando rápidamente el perfil de los
empleos tradicionales.5
En estas circunstancias, en los últimos años asistimos a un gigantesco proceso
de «reconversión silenciosa» en el mercado laboral, una reconversión
particularmente aguda y de efectos perversos en las economías de los países en
desarrollo.
Cambios en los paradigmas de políticas
Uno de los indicadores más claros de la globalización en la
educación superior en América Latina y el Caribe es el cambio en los
paradigmas de las políticas públicas de educación superior. El viejo
paradigma desarrollista, en el cual el financiamiento incremental y la
autonomía universitaria fueron los ejes de una intervención discreta del
Estado en el crecimiento y desarrollo del sistema de educación superior, fue
sustituido a lo largo de los años noventa por un paradigma modernizador, donde
la evaluación del desempeño, la búsqueda de la calidad y la diferenciación
forman parte de un financiamiento público que combina modalidades
incrementistas con extraordinarias y selectivas. (Acosta, 1998) En aquél, las
universidades crecieron en varios casos (México, Argentina, Colombia) por la
vía de la demanda, mientras que en otras (Chile en la época dictatorial,
Brasil en la transición autoritarismo-democracia), bajo la conducción de
políticas gubernamentales explícitas. Dentro del paradigma modernizador, en la
época de las reformas neoliberales en la economía y el comercio, el Estado
adquiere paradójicamente, una centralidad indiscutible en las reformas de las
políticas de educación superior, impulsando cambios en las fórmulas del
financiamiento público, en los procesos de diferenciación de individuos e
instituciones, y en la apertura de nuevas opciones públicas y privadas de
estudios superiores.
Conclusiones: dos desafíos
En suma, los desafíos de la educación superior en la
dinámica de la globalización en América Latina son, por supuesto, complejos y
difíciles de interpretar. De un lado, ante la sobrecarga de demandas y
expectativas de los gobiernos y las sociedades, y en un contexto de escasez de
recursos y políticas débiles o cambiantes, a las instituciones públicas de
educación superior se les exige responder con pertinencia, calidad y equidad.
Por otro lado, ante la lógica perversa de inercias, simulaciones y rutinas
burocráticas que caracterizan grandes zonas de los ambientes institucionales
universitarios, tienen que producir, en contextos de libertad académica y uso
escrupuloso de los recursos públicos, profesionistas, técnicos y científicos,
estudios e investigaciones, que permitan el fortalecimiento de las capacidades
locales para entender los misterios y desafíos de una globalización que es, al
parecer , irreversible. Ello es parte de un largo proceso de aprendizaje social
que debería empezar, en primerísimo lugar, en esas ciudades del intelecto que
son, o representan, las propias universidades.
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